jueves, 6 de diciembre de 2012

UNA GUERRA EN PAZ; Un artículo de Jorge Rachid

Orden General del 18 de Julio de 1819

"Compañeros del Ejército de los Andes: La guerra se la tenemos que hacer como podamos: si no tenemos dinero; carne y tabaco no nos tiene que faltar. Cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con la bayetilla que nos tejan nuestras mujeres y si no andaremos en pelota como
nuestros paisanos los indios, seamos libres y lo demás no importa. Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre, o morir con ellas como hombres de coraje." José de San Martín 

Decía en sus libros sobre La Guerra, Carl von Clausewitz, este soldado general prusiano en el siglo XVlll, “que la guerra, es la prolongación de la política, por otros medios”. Para fraseando esta lógica podemos decir que los argentinos hoy, estamos librando una sucesión de batallas casi una guerra, pero gracias a la madurez del pueblo y el convencimiento del “nunca mas”, lo hacemos en el marco de la confrontación democrática, lo cual brinda a las nuevas generaciones su incorporación a la política, sin miedos ni temores, sin otros desafíos que la eterna búsqueda por la verdad, la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación.

Algunos prefieren no hablar de confrontaciones invocando intensos llamados al consenso y al perdón ecuménico. El consenso es sinónimo de seguidismo con los poderosos dueños del poder. Acuerdos con la oposición siempre, pero desde la política, no en el reparto de favores y prebendas. como en la Constituyente del 94, que por unas bancas a la oposición y participación en organismos públicos, se permitió hipotecar al país, se internacionalizó el marco conceptual, equiparando acuerdos internacionales a la Carta Magna y otorgando poder judicial extranjero a las claúsulas de la entrega del patrimonio nacional en las empresas del estado privatizadas. 

Cualquier confesión religiosa, por otra parte, otorga el perdón a partir del arrepentimiento previo, nunca en la reafirmación militante de los genocidios perpetrados en nuestro país. Los poderes terrenales lo hacen, como en nuestro país con memoria, verdad y justicia que es una forma de construir futuro asentado en valores morales, que no deberían ser arrollados por supuestas construcciones ideológicas o macroeconómicas, fundadas en modelos extranjeros, imperiales e incluso en pensamientos eurocentristas, cuando se visten de “progresistas”.

La política es lucha, ya que dirime los modelos nacionales confrontados,  modelos de acumulación concentrados con los sectores financieros y monopólicos como eje, de un modelo de construcción social y productiva, de marco solidario, siendo este camino el único apto para avanzar en la conquista  de los nuevos derechos sociales, que van surgiendo de los nuevos escenarios nacionales. Es mas el peronismo tiene su razón de ser en la búsqueda permanente de generar políticas que desde el estado nacional,  blinden las vulnerabilidades sociales, producto de 40 años de neoliberalismo, que lastimaron el cuerpo social argentino de manera estructural, conformando núcleos pétreos de pobreza y marginación, inequidad absoluta en la distribución de la riqueza, desprotección de los trabajadores, descenso abrupto en los sistemas educativos y de salud, avance del lucro por sobre la solidaridad, diáspora social y fragmentación, en una historia colectiva que había conocido, hace mas de 60 años, de un modelo solidario con Justicia Social como proyecto de vida.

Por eso la guerra en la política es la lucha por un núcleo de intereses antagónicos, unos asentados en la idea de la acumulación de ganancias y el alineamiento automático a nivel internacional y otro por la distribución de la riqueza y la recuperación de soberanía  a nivel nacional y regional. Esa guerra en paz no quiere decir que los contendientes se tiren con flores y se presenten obsequiosos entre ellos, en el mejor nivel de hipocresía política. Al contrario quienes presentan la batalla apelan a las mejores estrategias en pos de defender lo suyo, los privados defienden intereses económicos sectoriales y el estado como ordenador social, los intereses del pueblo. Esto que resulta tan sencillo de describir, es presentado como el Apocalipsis de la democracia, que lleva a adjudicarle al Gobierno la ilegalidad de sus actos y la destrucción de las instituciones, entre ellas la justicia porque se nombran jueces en ejercicio constitucional, o cuando el parlamento vota es llamado una escribanía, cuando el ejecutivo fija políticas es despótico además de tirano y cuando se quieren cobrar impuestos, es persecución a quienes piensan diferente, un verdadero dislate, un insulto a la inteligencia.

Muchos argentinos no estamos dispuestos a convivir con asesinos y genocidas, ni con corruptos ni ladrones de guante blanco. No aceptamos tampoco en forma acrítica cualquier desatino, ni callamos ante quien debemos hacerlo cuando no coincidimos. Pero nuestro núcleo de ideas, asentado en la necesaria ruptura con los sistemas de intereses, que imposibilitan el acceso de las mayorías populares a una calidad de vida superior, no pueden ser furgón de cola de esos mismos intereses que decimos combatir. 

Tenemos la experiencia histórica que cada vez que las fuerzas de intereses antipopulares comenzaron con la retórica de “tiranía”, “despotismo”, “avasallamiento de las instituciones”, “falta de libertad” entre otras, estaban preparando los bombardeos sobre Plaza de mayo en el 55 con muerte y desolación por miles de argentinos, fusilaron a sus propios camaradas de armas por indicación de esos mismos intereses, como “espadas sin cabezas” parangonando con el fusilamiento de Dorrego por Lavalle así denominado por Echeverría, siguieron con las proscripciones por 18 años, inauguraron las desapariciones con Vallese y el cadáver de Evita, reprimieron al movimiento obrero, a los estudiantes, con sus secuelas de muertos y encarcelados, volvieron a golpear en cada ocasión de avance del movimiento nacional y finalmente eligieron el genocidio en el 76 en nombre de la “libertad y la democracia”, funcional a los negocios y la entrega del patrimonio nacional y causante de la falta de libertad de de los argentinos.

Los peronistas siempre fuimos gobierno por elecciones democráticas, siempre fuimos víctimas nunca victimarios, defendimos la Constitución Nacional en cada dictadura como esa misma constitución manda, cuando gobernamos como ahora, ampliamos los derechos sociales y las leyes laborales, fuimos propulsores permanentes de la industria nacional, cuestión nunca perdonada por los sectores terratenientes agroganaderos, retomamos las funciones sociales del capital financiero desde el Banco Central, privilegiamos el ahorro interno, construimos la Seguridad Social desde la concepción de la Justicia Social, no como estado paternal, sino como Comunidad Organizada es decir con participación popular plena, defendimos junto a Madres y Abuelas los derechos humanos conculcados, y hoy los juzgamos con las leyes de la democracia, además de verdad y memoria como aporte cultural histórico a las futuras generaciones. No le perdonan al Movimiento Nacional semejante desatino y son ellos, los poderes hegemónicos y fácticos, los que “vienen por todo”, de la mano del capitalismo global en una verdadera pulseada por la prevalencia imperial del llamado “centro” sobre la llamada” periferia”.

El mundo se está moviendo, nuevas hegemonías aparecen y nuevos paradigmas escriben los pueblos en su lucha por sobrevivir. En esa búsqueda de nuevas certezas en un mundo “central” que se derrumba en crisis sucesivas producto de políticas neoliberales, los llamados “periféricos” o “emergentes” no podemos ser el colchón sobre el cual descansen sus necesidades económicas de ellos, para salir de sus propias crisis, después de décadas de explotación y expoliación de los pueblos latinoamericanos, como segunda conquista de la cual debemos liberarnos, como nuestros patriotas fundantes. 

Eso es guerra aunque sea con modales siglo XXl en marcos democráticos y en paz que es como el mundo elige vivir, aunque los imperios en decadencia no cejan en invadir, someter, arrasar siempre en nombre de la democracia a países que no aceptan sus políticas expansivas en pos de recursos naturales. 

Perón nos alertó en su discurso del 1* de mayo del 74 sobre que “el imperialismo vendrá por las buenas o por las malas por nuestros recursos naturales, incluida el agua dulce”, en su mensaje de apertura de las sesiones legislativas de ese año, dos meses antes de su fallecimiento.

Habrá sin dudas argentinos que querrán que sea por las “buenas” ya que eso garantiza menos lucha, menos conflicto, menos abismos, inserción internacional, capitales de inversión, alfombras rojas de visitantes ilustres, ser galardonados en foros internacionales, privilegiados en la prensa  nacional e internacional, aplaudidos por la llamada “comunidad mundial”, grupo de países que se asumen como dueños y señores tutelares del resto del mundo. 

Por las “malas” esto es en defensa de la soberanía nacional, la defensa de los intereses de nuestro pueblo, privilegiando la solidaridad social antes que el lucro, promoviendo la cultura del trabajo y de las condiciones dignas de vida de los trabajadores, fortaleciendo nuestra relación con el mundo a partir de apuntalar el UNASUR y asociándonos al BRICS, desde nuestra relación estratégica con Brasil, profundizando las relaciones con aquellos países que muestran su disposición a crecer juntos, no sometidos ni extorsionados por organismos multinacionales de crédito. Esto nos llevará a luchas importantes, de alta confrontación a medida que logremos avanzar, como lo hicimos con las AFJP, los juicios de lesa humanidad, la ley de medios audiovisuales, la reforma del Banco Central y ahora el Mercado de Valores, desendeudarnos en esa soga de ahorcamiento esgrimida por el sector financiero, recuperando YPF, entre otras cosas intolerables en lo “políticamente correcto” de la globalización.

San Martín nos instaba a ir a la guerra en la primer emancipación porque lo importante era ser libres, Perón nos instó a defender los recursos naturales frente al imperialismo, las dictaduras nos enseñaron el camino de la lucha de un pueblo, hoy sin embargo en Paz podemos dar las batallas necesarias para construir un destino soberano en el caminos de construcción del Modelos Social Solidario del siglo XXl, con Justicia Social e Independencia Económica.

Nunca nos perdonarán pretendiendo evitar que cunda el mal ejemplo que es la Argentina para el mundo financiero, intentarán frenarnos, desviarnos, comprarnos, embargarnos, junto a quienes aplauden y se alegran difundiendo algarabía ante determinados hechos, desde los Fondos Buitres, a fallos judiciales norteamericanos, reclamos ante el CIADI de vaciadores profesionales como Repsol, como antes Aerolíneas, la fábrica militar de aviones de Córdoba, los trenes y tantas otras empresas que adujeron “inseguridad jurídica” cuando fueron puestas en evidencia, de no cumplir con sus compromisos. No perdonarán haber pagado al FMI y librarse de su tutela, ni combatir por Malvinas, ni haber construido un sistema de Defensa UNASUR con nuestros hermanos latinoamericanos. 

Nos deben sancionar para evitar que seamos tomados como modelo de dignidad de los pueblos. Los argentinos seguiremos nuestro sendero de paz, en democracia y con la convicción que da la lucha por una causa justa en el fortalecimiento del Movimiento Nacional de Liberación Nacional que es el Peronismo y aquellos sectores que concuerdan con el núcleo de pensamiento que nos lleva a la emancipación nacional en el marco sudamericano, que nunca debió fragmentarse.

JORGE RACHID
CABA, 5/12/12
email: jorgerachid2003(a)yahoo.com.ar

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